junio 18, 2010

No es que sea pesimista, es que el mundo es pésimo ✟


Pues como algunos deben estar enterado el dia de hoy 18 de junio de 2010 a fallecido uno de los grandes exponentes de la literatura, si, el señor Jose Saramago.

Y bueno para honrar la memoria del Sr. y como mi primer post oficial aqui esta una breve biografia mas algunas de sus frases y algunos de sus libros que tengo en .pdf


Biografía



José Saramago nacido el 16 de noviembre de 1922 en el caserío de Azinhaga (municipio de Golegã, en el distrito central del Ribatejo, Portugal), cerca del río Tajo, a 120 km al noreste de Lisboa.

Sus padres fueron José de Sousa y Maria la piedra, una pareja campesina sin tierras y de escasos recursos económicos. Este origen marcaría profundamente el carácter y la ideología del escritor. El apodo de la familia paterna era Saramago (nombre de una planta herbácea silvestre de la familia de las cruzáceas). El bebé debería haberse llamado José Sousa, pero el funcionario del registro civil cometió un "lapsus calami" (‘error de pluma’) y lo anotó como José «Saramago». El registro oficial menciona el día 18 de noviembre, aunque fue el 16.

En 1924, la familia de Saramago se mudó a Lisboa, donde su padre comenzó a trabajar de policía. Pocos meses después de la mudanza, falleció su hermano Francisco, dos años mayor. Saramago nunca perdió su relación con su aldea de nacimiento, donde fueron numerosas sus estancias.

En 1934, a la edad de 12 años entró en una escuela industrial. En aquellos años incluso los estudios técnicos contenían asignaturas humanísticas. En los libros de texto gratuitos de aquellos años Saramago se encontró con los clásicos. Incluso hoy en día puede recitar de memoria algunos de esos textos.

Aunque Saramago era buen alumno, no pudo finalizar sus estudios porque sus padres ya no pudieron pagarle la escuela, por lo que para mantener a su familia Saramago trabajó durante dos años en una herrería mecánica. Mientras tanto, sin guía alguna, se leyó toda la biblioteca pública de su barrio.

Pronto cambia de trabajo y comienza a trabajar de administrativo en la Seguridad Social. Tras casarse en 1944 con Ilda Reis, Saramago comienza a escribir la que acabará siendo su primera novela: Terra de pecado, que se publicó en 1947 pero no tuvo éxito. Ese año nació su primera hija, Violante. Saramago escribió una segunda novela, Claraboya, pero directamente nunca fue publicada. Por espacio de veinte años no se volvió a dedicar a la literatura. «Sencillamente no tenía nada que decir y cuando no se tiene nada que decir lo mejor es callar».

Entra a trabajar en una compañía de seguros. Simultáneamente colabora como periodista en Diário de Notícias, un periódico de alcance nacional, pero por razones políticas pronto es expulsado. Luego, colaboró como crítico literario de la revista Seara Nova y fue comentarista cultural. Formó parte de la primera dirección de la Asociación Portuguesa de Escritores, y también desempeñó la subdirección del Diário de Notícias. Desde 1976 se dedica exclusivamente a su trabajo literario.

Sufrió censura y persecución durante los años de la dictadura de Salazar. Consigue trabajo en una editorial (donde trabaja durante doce años). En su tiempo libre traduce: Maupassant, Tolstoi, Baudelaire, Colette…

En 1966 publicó Os poemas possíveis.

En 1969 se hizo miembro del Partido Comunista Portugués (cuando éste todavía era clandestino). Ese mismo año se divorcia de Ilda y abandona su trabajo en la editorial para dedicarse plenamente a vivir de la escritura, bien como articulista, bien como novelista. En 1970 publica Probabelmente alegria Entre 1972 y 1973 fue redactor del "Diário de Lisboa". En 1974 se sumó a la llamada "Revolución de los Claveles", que llevó la democracia a Portugal. En 1975 publica O Ano de 1993.

Su primera gran novela fue Levantado do chão (1980), un retrato fresco y vívido de las condiciones de vida de los trabajadores de Lavre, en la provincia de Alentejo. Con este libro Saramago consigue encontrar su voz propia, ese estilo inconfundible, límpido y casi poético que lo distingue. En los siguientes años, Saramago publica casi sin descanso: Memorial do convento (1982), donde cuenta las más duras condiciones de vida del pueblo llano en el oscuro mundo medieval, en épocas de guerra, hambre y supersticiones.

Este libro fue adaptado como ópera por Azio Corghi, y estrenado en el Teatro de la Scala de Milán, con el título de Blimunda (el inolvidable personaje femenino de la novela). También Corghi adaptó su obra teatral In nómine Dei, que con el nombre de Divara fue estrenada en Munster. De Azio Corghi es también la música de la cantata La muerte de Lázaro, sobre textos de Memorial del convento, El Evangelio según Jesucristo e In nómine Dei. Fue interpretada por vez primera en la iglesia de San Marco, de Milán. En 1984 Saramago publica O ano da morte de Ricardo Reis y en 1986 A jangada de pedra (La balsa de piedra), donde cuenta qué sucedería si la península ibérica se desprendiera del continente europeo. Ese año (cuando tenía 63 años) conoce a su actual esposa, la periodista española Pilar del Río, nacida en Castril,Granada quien finalmente decide convertirse en su traductora oficial de castellano.

Desde 1985 a 1994 fue presidente de la Asociación Portuguesa de Autores.

La novela El Evangelio según Jesucristo (1991) lo catapulta a la fama a causa de una polémica sin precedentes en Portugal (que se considera una república laica), cuando el gobierno veta su presentación al Premio Literario Europeo de ese año, alegando que “ofende a los católicos”. Como acto de protesta, Saramago abandona Portugal y se instala en la isla de Lanzarote (Canarias). En 1995 publica una de sus novelas más conocidas, Ensayo sobre la ceguera. En 1997 publica su novela Todos los nombres, que gozó también de gran reconocimiento. En 1998 gana el premio Nobel de literatura, convirtiéndose en el primer escritor de lengua portuguesa en ganar este premio. Desde entonces comparte su residencia entre Lisboa y la isla canaria, participando en la vida social y cultural de ambos países cuyas estrechas relaciones justificó en una entrevista para proponer su idea utópica de creación de una Iberia unida.

Ateo declarado, colaboró ocasionalmente en prensa, aportando su punto de vista, siempre agudo y comprometido. En definición suya, "Dios es el silencio del universo, y el ser humano, el grito que da sentido a ese silencio". Una de sus últimas obras fue "Las intermitencias de la muerte", cuenta de un país cuyo nombre no será mencionado y se produce algo nunca visto desde el principio del mundo: la muerte decide suspender su trabajo letal, la gente deja de morir. De ahí en adelante, se relataran situaciones inimaginables o no, ya que nadie muere pero siguen envejeciendo.

Falleció a los 87 años, el día 18 de junio de 2010 , en su residencia de la localidad de Tias(Lanzarote, Las palmas) debido a una leucemia crónica.Muere a los 87 junto a su mujer en su casa de Lanzarote tras pasar una noche tranquila.

Estilo



Saramago es uno de los novelistas actuales más importantes de la literatura contemporánea.

Escéptico e intelectual, mantuvo y mantiene una postura ética y estética por encima de partidismos políticos y comprometida con el género humano.
Saramago tiende a escribir oraciones extensísimas, usando una puntuación que a primera vista puede parecer incorrecta: no delimita los diálogos, crea oraciones de más de una página de longitud mediante el uso de comas donde otros autores hubiesen usado puntos, y muchos de sus párrafos son tan largos como los capítulos de la mayoría de escritores. Varios críticos han señalado el parecido de este estilo con cierta oratoria religiosa. En sus novelas suele introducir divagaciones y reflexiones personales de muy diverso tipo, donde realiza un análisis crítico de distintos aspectos de la realidad. Sorprendentemente, el lector no tiene muchas dificultades en adaptarse a leer su estilo de prosa único.

Sus novelas denuncian procesos de decadencia en la sociedad actual, pero siempre hay algún personaje que de forma excepcional actúa contra corriente con valentía en aquello que está a su alcance, sin demasiada heroicidad y a veces rozando el patetismo. Según el escritor, son estas excepciones las que hacen que el mundo sea habitable.

Premios

A lo largo de su brillante carrera se hizo acreedor muchos reconocimientos y premios:

• Beca de Honor de la Residencia de Estudiantes de la Universidad Carlos III (Madrid, España)
• Caballero de la Orden de las Artes y las Letras (Francia)
• Comendador de la Orden Militar de Santiago de Espada (Portugal)
• Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid (España)
• Doctor Honoris Causa por la Universidad de Brasilia (Brasil)
• Doctor Honoris Causa por la Universidad de Castilla-La Mancha (España)
• Doctor Honoris Causa por la Universidad de El Salvador ( El Salvador)
• Doctor Honoris Causa por la Universidad de Costa Rica
• Doctor Honoris Causa por la Universidad de Manchester (Reino Unido)
• Doctor Honoris Causa por la Universidad de Sevilla (España)
• Doctor Honoris Causa por la Universidad de Turín (Italia)
• Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia (21 de enero de 1999)
• Gran Premio de Teatro, de la Associação Portuguesa de Escritores
• Grande Premio de Romance e Novela (da Associação Portuguesa de Escritores), 1991 (Evangelio según Jesucristo).
• Miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras
• Miembro de la Academia Europea de Yuste (Yuste, España)
• Miembro de la Academia Universal de las Culturas (París)
• Miembro del Parlamento Internacional de Escritores (Estrasburgo)
• Miembro del Patronato de Honra de la Fundación César Manrique (Lanzarote, Canarias)
• Miembro honoris causa del Consejo del Instituto de Filosofía del Derecho y de Estudios Histórico-Políticos de la Universidad de Pisa (Italia)
• Premio Luís de Camões, 1995.
• Premio Arzobispo Juan de San Clemente (Santiago de Compostela)
• Premio Brancatti (Zafferana, Italia), 1992 (Ensayo sobre la ceguera).
• Prémio Camões (1995)
• Premio Cidade de Lisboa, 1980 (Levantado del suelo).
• Premio de Consagração de Carreira da Sociedade Portuguesa de Autores, 1995.
• Premio de la Crítica (de la Associação Portuguesa de Críticos), 1985 (El año de la muerte de Ricardo Reis).
• Premio Dom Dinis (Fundação da Casa de Mateus), 1986 (El año de la muerte de Ricardo Reis).
• Premio Ennio Ennio Flaiano (Italia), 1992 (Levantado del suelo).
• Premio Europeu de Comunicació "Jordi Xifra Heras" (Gerona)
• Premio Grinzane - Cavour (Alba, Italia), 1987 (El año de la muerte de Ricardo Reis).
• Premio Literario Internacional Mondello (Palermo, Italia), 1992 (Ensayo sobre la ceguera).
• Premio Literario Municipio de Lisboa, 1983 (Memorial del convento).
• Premio Literario Municipio de Lisboa
• Premio Nobel de Literatura (8 de octubre de 1998).
• Premio Pen Club portugués, 1983 (Memorial del convento).
• Premio Pen Club, 1985 (El año de la muerte de Ricardo Reis).
• Premio Penne (Mosca, Penne, Italia)
• Premio Rosalía de Castro (Vigo)
• Premio Scanno (Universidad Gabriele d'Annunzio, Chieti)
• Premio Vida Literária de la Associação Portuguesa de Escritores, 1993.
• Socio Honorario de la Sociedad Portuguesa de Autores (Lisboa)
• The Independent Foreign Fiction Award (Inglaterra), 1993 (El año de la muerte de Ricardo Reis).
• Hijo Predilecto de Andalucía, 2007




Algunos de sus escritos ineditos

LA ISLA DESCONOCIDA



Un hombre llamó a la puerta del rey y le dijo, Dame un barco. La casa del rey tenía muchas más puertas, pero aquélla era la de las peticiones. Como el rey se pasaba todo el tiempo sentado ante la puerta de los obsequios (entiéndase: los obsequios que le ofrecían a él), cada vez que oía que alguien llamaba a la puerta de las peticiones se hacía el desentendido, y sólo cuando el continuo repiquetear de la aldaba de bronce subía a un tono, más que notorio, escandaloso, impidiendo el sosiego de los vecinos (las personas comenzaban a murmurar, Qué rey tenemos, que no atiende), daba orden al primer secretario para que fuera a ver lo que quería el impetrante, que no había manera de que se callara. Entonces, el primer secretario llamaba al segundo secretario, éste llamaba al tercero, que mandaba al primer ayudante, que a su vez mandaba al segundo, y así hasta llegar a la mujer de la limpieza, que, no teniendo en quien mandar, entreabría la puerta de las peticiones y preguntaba por el resquicio. Y tú, qué quieres. El suplicante decía a lo que venía, o sea, pedía lo que tenía que pedir, después se instalaba en un canto de la puerta, a la espera de que el requerimiento hiciese, de uno en uno, el camino contrario, hasta llegar al rey. Ocupado como siempre estaba con los obsequios, el rey demoraba la respuesta, y ya no era chica señal de atención al bienestar y felicidad del pueblo cuando pedía un informe fundamentado por escrito al primer secretario, que, excusado será decirlo, pasaba el encargo al segundo secretario, éste al tercero, sucesivamente, hasta llegar otra vez a la mujer de la limpieza, que opinaba sí o no de acuerdo con el humor con que se hubiera levantado.Sin embargo, en el caso del hombre que quería un barco, las cosas no ocurrieron así. Cuando la mujer de la limpieza le preguntó por el resquicio de la puerta, Y tú qué quieres, el hombre, en vez de pedir, como era la costumbre de todos, un título, una condecoración, o simplemente dinero, respondió, Quiero hablar con el rey, Ya sabes que el rey no puede venir, está en la puerta de los obsequios, respondió la mujer, Pues entonces ve y dile que no me iré de aquí hasta que él venga personalmente para saber lo que quiero, remató el hombre, y se tumbó todo lo largo que era en el rellano, tapándose con una manta porque hacía frío. Entrar y salir sólo pasándole por encima. Ahora bien, esto suponía un enorme problema, si tenemos en consideración que, de acuerdo con la pragmática de las puertas, sólo se puede atender a un suplicante de cada vez, de donde resulta que mientras haya alguien esperando una respuesta, ninguna otra persona podrá aproximarse para exponer sus necesidades o sus ambiciones. A primera vista, quien ganaba con este artículo del reglamento era el rey, puesto que al ser menos numerosa la gente que venía a incomodarlo con lamentos, más tiempo tenía, y más sosiego, para recibir, contemplar y guardar los obsequios. A segunda vista, sin embargo, el rey perdía, y mucho, porque las protestas públicas, al notarse que la respuesta tardaba más de lo que era justo, aumentaban gravemente el descontento social, lo que, a su vez, tenía inmediatas y negativas consecuencias en el flujo de obsequios.En el caso que estamos narrando, el resultado de la ponderación entre los beneficios y los perjuicios fue que el rey, al cabo de tres días, y en real persona, se acercó a la puerta de las peticiones (...) Abre la puerta, dijo el rey a la mujer de la limpieza, y ella preguntó, Toda o sólo un poco. El rey dudó durante un instante, verdaderamente no le gustaba mucho exponerse a los aires de la calle, pero después reflexionó que parecía mal, aparte de ser indigno de su majestad, hablar con un súbdito a través de una rendija, como si le tuviese miedo, sobre todo asistiendo al coloquio la mujer de la limpieza, que luego iría por ahí diciendo Dios sabe qué, De par en par, ordenó. El hombre que quería un barco se levantó del suelo cuando comenzó a oír los ruidos de los cerrojos, enrolló la manta y se puso a esperar. Estas señales de que finalmente alguien atendería y que por tanto el lugar pronto quedaría desocupado, hicieron aproximarse a la puerta a unos cuantos aspirantes a la liberalidad del trono que andaban por allí, prontos para asaltar el puesto apenas quedase vacío. La inopinada aparición del rey (nunca una tal cosa había sucedido desde que usaba corona en la cabeza) causó una sorpresa desmedida, no sólo a los dichos candidatos, sino también entre la vecindad que, atraída por el alborozo repentino, se asomó a las ventanas de las casas, en el otro lado de la calle.
La única persona que no se sorprendió fue el hombre que vino a pedir un barco. Calculaba él, y acertó en la previsión, que el rey, aunque tardase tres días, acabaría sintiendo la curiosidad de ver la cara de quien, nada más y nada menos, con notable atrevimiento, lo había mandado llamar. Dividido entre la curiosidad irreprimible y el desagrado de ver tantas personas juntas, el rey, con el peor de los modos, hizo tres preguntas seguidas, Tú qué quieres, Por qué no dijiste lo que querías, Te crees que no tengo más nada que hacer; pero el hombre sólo respondió a la primera pregunta, Dame un barco, dijo. El asombro dejó al Rey hasta tal punto desconcertado, que la mujer de la limpieza se vio obligada a acercarle una silla de enea, la misma en que ella se sentaba (...) Mal sentado, porque la silla de enea era mucho más baja que el trono, el rey buscaba la mejor manera de acomodar las piernas (...) Y tú para qué quieres un barco, si puede saberse, fue lo que el rey preguntó (...) Para buscar la isla desconocida, respondió el hombre, Qué isla desconocida, preguntó el rey, disimulando la risa, como si tuviese enfrente a un loco de atar, de los que tienen manías de navegaciones, a quien no sería bueno contrariar así de entrada, La isla desconocida, repitió el hombre, Hombre, ya no hay islas desconocidas, Quién te ha dicho, rey, que ya no hay islas desconocidas, Están todas en los mapas, En los mapas, están sólo las islas conocidas, Y qué isla desconocida es esa que tú buscas, Si te lo pudiese decir, entonces no sería desconocida, A quién has oído hablar de ella, preguntó el rey, ahora más serio, A nadie, En ese caso, por qué te empeñas en decir que ella existe, Simplemente porque es imposible que no exista una isla desconocida, Y has venido aquí para pedirme un barco, Sí, vine aquí para pedirte un barco, Y tú quién eres para que yo te lo dé, Y tú quién eres para no dármelo, Soy el rey de este reino y los barcos del reino me pertenecen todos, Más les pertenecerás tú a ellos que ellos a ti, Qué quieres decir, preguntó el rey inquieto, Que tú sin ellos eres nada, y que ellos, sin ti, pueden navegar siempre, Bajo mis órdenes, con mis pilotos y mis marineros, No te pido marineros ni piloto, sólo te pido un barco, Y esa isla desconocida, si la encuentras, será para mí, A ti, rey, sólo te interesan las islas conocidas, También me interesan las desconocidas, cuando dejan de serlo, Tal vez ésta no se deje conocer, Entonces no te doy el barco, Darás.Al oír esta palabra, pronunciada con tranquila firmeza, los aspirantes a la puerta de las peticiones, en quienes, minuto tras minuto, desde el principio de la conversación iba creciendo la impaciencia, más por librarse de él que por simpatía solidaria, resolvieron intervenir en favor del hombre que quería el barco, comenzando a gritar, Dale el barco, dale el barco. El rey abrió la boca para decirle a la mujer de la limpieza que llamara a la guardia de palacio para que estableciera inmediatamente el orden público e impusiera disciplina, pero, en ese momento, las vecinas que asistían a la escena desde las ventanas se unieron al coro con entusiasmo, gritando como los otros, Dale el barco, dale el barco. Ante tan ineludible manifestación de voluntad popular y preocupado con lo que, mientras tanto, habría perdido en la puerta de los obsequios, el rey levantó la mano derecha imponiendo silencio y dijo, Voy a darte un barco, pero la tripulación tendrás que conseguirla tú, mis marineros me son precisos para las islas conocidas. Los gritos de aplauso del público no dejaron que se percibiese el agradecimiento del hombre que vino a pedir un barco (...) Vas al muelle, preguntas por el capitán del puerto, le dices que te mando yo, y él que te dé el barco, llevas mi tarjeta. El hombre que iba a recibir un barco leyó la tarjeta de visita, donde decía Rey debajo del nombre del rey, y eran estas las palabras que él había escrito sobre el hombre de la mujer de la limpieza, Entrega al portador un barco, no es necesario que sea grande, pero que navegue bien y sea seguro (...)
Cuando el hombre levantó la cabeza, se supone que esta vez iría a agradecer la dádiva, el rey ya se había retirado, sólo estaba la mujer de la limpieza mirándolo con cara de circunstancias. El hombre bajó del peldaño de la puerta, señal de que los otros candidatos podían avanzar por fin, superfluo será explicar que la confusión fue indescriptible, todos queriendo llegar al sitio en primer lugar, pero con tan mala suerte que la puerta ya estaba cerrada otra vez. La aldaba de bronce volvió a llamar a la mujer de la limpieza, pero la mujer de la limpieza no está, dio la vuelta y salió con el cubo y la escoba por otra puerta, la de las decisiones, que apenas es usada, pero cuando lo es, es. Ahora sí, ahora se comprende el porqué de la cara de circunstancias con que la mujer de la limpieza había estado mirando, ya que, en ese preciso momento, tomó la decisión de seguir al hombre así que él se dirigiera al puerto para hacerse cargo del barco. Pensó que ya bastaba de una vida de limpiar y lavar palacios, que había llegado la hora de mudar de oficio, que lavar y limpiar barcos era su vocación verdadera, al menos en el mar el agua no le faltaría (...) Andando, andando, el hombre llegó al puerto, fue al muelle, preguntó por el capitán, y mientras venía, se puso a adivinar cuál sería, de entre los barcos que allí estaban, el que iría a ser suyo, grande ya sabía que no, la tarjeta de visita del rey era muy clara en este punto (...) Un poco apartada de allí, escondida detrás de unos bidones, la mujer de la limpieza pasó los ojos por los barcos atracados. Para mi gusto, aquél, pensó, aunque su opinión no contaba, ni siquiera había sido contratada, vamos a oír antes lo que dirá el capitán del puerto.
El capitán vino, leyó la tarjeta, miró al hombre de arriba abajo, y le hizo la pregunta que al rey no se le había ocurrido, Sabes navegar, tienes carné de navegación, a lo que el hombre respondió, Aprenderé en el mar. El capitán dijo, No te lo aconsejaría, capitán soy yo, y no me atrevo con cualquier barco, Dame entonces uno con el que pueda atreverme, no, uno de ésos no, dame un barco que yo respete y que pueda respetarme a mí, Ese lenguaje es de marinero, pero tú no eres marinero, Si tengo el lenguaje, es como si lo fuese. El capitán volvió a leer la tarjeta del rey, después preguntó, Puedes decirme para qué quieres el barco, Para ir en busca de la isla desconocida, Ya no hay islas desconocidas, Lo mismo me dijo el rey, Lo que él sabe de islas, lo aprendió conmigo, Es extraño que tú, siendo hombre de mar, me digas eso, que ya no hay islas desconocidas, hombre de tierra soy yo, y no ignoro que todas las islas, incluso las conocidas, son desconocidas mientras no desembarcamos en ellas, Pero tú, si bien entendí, vas a la búsqueda de una donde nadie haya desembarcado nunca, Lo sabré cuando llegue, Si llegas. Sí, a veces se naufraga en el camino, pero si tal me ocurre, deberás escribir en los anales del puerto que el punto a donde llegué fue ese, Quieres decir que llegar, se llega siempre, No serías quien eres si no lo supieses ya. El capitán del puerto dijo. Voy a a darte la embarcación que te conviene, Cuál, Es un barco con mucha experiencia, todavía del tiempo en que toda la gente andaba buscando islas desconocidas, Cuál, Creo que incluso encontró algunas, Cuál, Aquél. Así que la mujer de la limpieza percibió para donde apuntaba el capitán, salió corriendo de detrás de los bidones y gritó, Es mi barco, es mi barco, hay que perdonarle la insólita reivindicación de propiedad, a todo título abusiva, el barco era aquel que le había gustado, simplemente. Parece una carabela (...), después pasó por arreglos y adaptaciones que la modificaron un poco, Pero continúa siendo una carabela, Sí, en el conjunto conserva el antiguo aire, Y tiene mástiles y velas, Cuando se va en busca de islas desconocidas, es lo más recomendable. La mujer de la limpieza no se contuvo, Para mí no quiero otro, Quién eres tú, preguntó el hombre, No te acuerdas de mí, No tengo idea, Soy la mujer de la limpieza, Qué limpieza, La del palacio del rey, La que abría la puerta de las peticiones, No había otra, Y por qué no estás en el palacio del rey, limpiando y abriendo puertas, Porque las puertas que yo quería ya fueron abiertas y porque de hoy en adelante sólo limpiaré barcos. Entonces estás decidida a ir conmigo en busca de la isla desconocida, Salí del palacio por la puerta de las decisiones, Siendo así, ve para la carabela mira cómo está aquello después del tiempo pasado debe precisar de un buen lavado, y ten cuidado con las gaviotas, que no son de fiar, No quieres venir conmigo a conocer tu barco por dentro, Dijiste que era tuyo, Disculpa, fue sólo porque me gustó, Gustar es probablemente la mejor manera de tener, tener debe ser la peor manera de gustar. El capitán del puerto interrumpió la conversación, Tengo que entregar las llaves al dueño del barco, a uno o a otro, resuélvanse, a mí tanto me da, Los barcos tienen llave, preguntó el hombre, Para entrar, no, pero allí están las bodegas y los pañoles, y el camarote del comandante con el diario de a bordo, Ella que se encargue de todo, yo voy a reclutar la tripulación, dijo el hombre, y se apartó.
La mujer de la limpieza fue a la oficina del capitán para recoger las llaves, después entró en el barco, dos cosas le valieron, la escoba del palacio y el aviso contra las gaviotas, todavía no había acabado de atravesar la pasarela que unía la amurada al atracadero y ya las malvadas se precitaban sobre ella gritando, furiosas, con las fauces abiertas, como si la fueran a devorar allí mismo. No sabían con quién se enfrentaban. La mujer de la limpieza posó el cubo, se guardó las llaves en el seno, plantó bien los pies en la pasarela, y, remolineando la escoba como si fuese un espadón de los buenos tiempos, consiguió poner en desbandada a la cuadrilla asesina. Sólo cuando entró en el barco comprendió la ira de las gaviotas, había nidos por todas partes, muchos de ellos abandonados, otros todavía con huevos, y unos pocos con gaviotillas de pico abierto, a la espera de comida (...) Tiró al agua los nidos vacíos, los otros los dejó, luego veremos. Después se remangó las mangas y se puso a lavar la cubierta. Cuando acabó la dura tarea, abrió el pañol de las velas y procedió a un examen minucioso del estado de las costuras, ha pasado tanto tiempo sin ir al mar y sin haber soportado los estirones saludables del viento. Las velas son los músculos del barco, basta ver cómo se hinchan cuando se esfuerzan, pero, y eso mismo les sucede a los músculos, si no se les da uso regularmente, se aflojan, se ablandan, pierden nervio, Y las costuras son los nervios de las velas, pensó la mujer de la limpieza (...) Encontró deshilachadas algunas bastillas, pero se conformó con señalarlas (...) En cuanto a los otros pañoles, enseguida vio que estaban vacíos (...) Ya le enfadó, y mucho, la falta absoluta de municiones de boca en el pañol respectivo, no por ella, que estaba de sobra acostumbrada al mal rancho del palacio, sino por el hombre al que dieron este barco: no falta mucho para que el sol se ponga, y él aparecerá por ahí clamando que tiene hambre (...)
No merecía la pena preocuparse tanto. El sol acababa de sumirse en el océano cuando el hombre que tenía un barco surgió en el extremo del muelle. Traía un bulto en la mano, pero venía solo y cabizbajo. La mujer de la limpieza fue a esperarlo a la pasarela, pero antes de que abriera la boca para enterarse de cómo había transcurrido el resto del día, él dijo, Estate tranquila, traigo comida para los dos, Y los marineros, preguntó ella, Como puedes ver, no vino ninguno, Pero los dejaste apalabrados, al menos, volvió a preguntar ella, Me dijeron que ya no hay islas desconocidas, y que, incluso habiéndolas, no iban a dejar el sosiego de sus lares y la buena vida de los barcos de línea para meterse en aventuras oceánicas a la búsqueda de un imposible, como si todavía estuviéramos en el tiempo del mar tenebroso. Y tú qué les respondiste, Que el mar es siempre tenebroso, Y no les hablaste de la isla desconocida, Cómo podría hablarles de una isla desconocida, si no la conozco, Pero tienes la certeza de que existe, Tanta como de que el mar es tenebroso, En este momento, visto desde aquí, con las aguas color de jade y el cielo como un incendio, de tenebroso no le encuentro nada, Es una ilusión tuya, también las islas a veces parece que fluctúan sobre las aguas y no es verdad, Qué piensas hacer, si te falta una tripulación, Todavía no lo sé, Podríamos quedarnos a vivir aquí, yo me ofrecería para lavar los barcos que vienen al muelle, y tú, Y yo, Tendrás un oficio, una profesión, como ahora se dice, Tengo, tuve, tendré si fuera preciso, pero quiero encontrar la isla desconocida, quiero saber quién soy yo cuando esté en ella, No lo sabes, Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual (...) Dijo el hombre, Dejemos las filosofías para el filósofo del rey, que para eso le pagan, ahora vamos a comer, pero la mujer no estuvo de acuerdo. Primero tienes que ver tu barco, sólo lo conoces por fuera, Qué tal lo encontraste, Hay algunas costuras de las velas que necesitan refuerzo, Bajaste a la bodega, encontraste agua abierta, En el fondo hay alguna, mezclada con el lastre, pero eso me parece que es lo apropiado, le hace bien al barco, Cómo aprendiste esas cosas, Así, Así cómo, Como tú, cuando dijiste al capitán del puerto que aprenderías a navegar en la mar, Todavía no estamos en el mar, Pero ya estamos en el agua, Siempre tuve la idea de que para la navegación sólo hay dos maestros verdaderos, uno es el mar, el otro es el barco. Y el cielo, te olvidas del cielo, Sí, claro, el cielo, Los vientos, Las nubes, El cielo, Sí, el cielo.


En menos de un cuarto de hora habían acabado la vuelta por el barco: una carabela, incluso transformada, no da para grandes paseos. Es bonita, dijo el hombre, pero si no consigo tripulantes suficientes para la maniobra, tendré que ir a decirle al rey que ya no la quiero. Te desanimas a la primera contrariedad, La primera contrariedad fue esperar al rey tres días, y no desití. Si no encuentras marineros que quieran venir, ya nos las arreglaremos los dos, Estás loca, dos personas solas no serían capaces de gobernar un barco de éstos, yo tendría que estar siempre al timón, y tú, ni vale la pena explicarlo, es un disparate, Después veremos, ahora vamos a cenar (...) Es realmente bonita nuestra carabela, dijo la mujer, y enmendó enseguida. La tuya, tu carabela, Supongo que no será mía por mucho tiempo, Navegues o no navegues con ella, la carabela es tuya, te la dio el rey, Se la pedí para buscar una isla desconocida, Pero estas cosas no se hacen de un momento para otro, necesitan su tiempo, ya mi abuelo decía que quien va al mar se avía en tierra, y eso que él no era marinero, Sin marineros no podremos navegar, Eso ya lo has dicho, Y hay que abastecer el barco de las mil cosas necesarias para un viaje como éste que no se sabe dónde nos llevará, Evidentemente, y después tendremos que esperar a que sea la estación propia, y salir con marea buena, y que venga gente al puerto a desearnos buen viaje, Te estás riendo de mí, Nunca me reiría de quien me hizo salir por la puerta de las decisiones, Discúlpame, Y no volveré a pasar por ella, suceda lo que suceda. La luz de la luna inluminaba la cara de la mujer de la limpieza, Es bonita, realmente es bonita, pensó el hombre, y esta vez no se refería a la carabela. La mujer, ésa, no pensó nada, debía haberlo pensado todo durante aquellos tres días, cuando entreabría de vez en cuando la puerta para ver si aquél aún continuaba fuera, a la espera (...) La sirena de un paquebote que salía para el mar soltó un ronquido potente, como debieron ser los del leviatán, y la mujer dijo, Cuando sea nuestra vez, haremos menos ruido. A pesar de que estaban en el interior del muelle, el agua se onduló un poco al paso del paquebote, y el hombre me dijo, Pero nos balancearemos mucho más. Se rieron los dos, después se callaron, pasado un rato uno de ellos opinó que lo mejor sería irse a dormir, No es que yo tenga mucho sueño, y el otro concordó, Ni yo, después se callaron otra vez, la luna subió y continuó subiendo, a cierta altura la mujer dijo, Hay literas abajo, y el hombre dijo, Sí, y entonces fue cuando se levantaron y descendieron a la cubierta, ahí la mujer dijo, Hasta mañana, yo voy para este lado, y el hombre resondió, Y yo para éste, hasta mañana, no dijeron babor o estribor, probablemente porque todavía están practicando en las artes. La mujer volvió atrás, Me había olvidado, se sacó del bolsillo dos cabos de velas, Los encontré cuando limpiaba, pero no tengo cerillas, Yo tengo, dijo el hombre. Ella mantuvo las velas, una en cada mano, él encendió un fósforo, después, abrigando la llama bajo la cúpula de los dedos curvados, la llevó con todo el cuidado a los viejos pábilos, la luz prendió, creció lentamente como la de la luna, bañó la cara de la mujer de la limpieza, no sería necesario decir que él pensó, Es bonita, pero lo que ella pensó, sí, Se ve que sólo tiene ojos para la isla desconocida, he aquí como se equivocan las personas interpretando miradas, sobre todo al principio. Ella le entregó una vela, dijo, Hasta mañana, duerme bien, él quiso decir lo mismo de otra manera, Que tengas sueños felices, fue la frase que le salió dentro de nada, cuando esté abajo, acostado en su litera, se le ocurrirán otras frases, más espiritosas, sobre todo más insinuantes, como se espera que sean las de un hombre cuando está a solas con una mujer. Se preguntaba si ella dormiría, si habría tardado en entrar en el sueño, después imaginó que andaba buscándola y no la encontraba en ningún sitio, que estaban perdidos los dos en un barco enorme, el sueño es un prestidigitador hábil, muda las proporciones de las cosas y sus distancias, separa a las personas que están juntas, las reúne, y casi no se ven una a otra, la mujer duerme a pocos metros y él no sabe cómo alcanzarla, con lo fácil que es ir de babor a estribor.
Le había deseado buenos sueños, pero fue él quien se pasó toda la noche soñando. Soñó que su carabela nevegaba por alta mar, con las tres velas triangulares gloriosamente hinchadas, abriendo camino sobre las olas, mientras él manejaba la rueda del timón y la tripulación descansaba a la sombra. No entendía cómo estaban allí los marineros que en el puerto y en la ciudad se habían negado a embarcar con él para buscar la isla desconocida, probablemente se arrepintieron de la grosera ironía con que lo trataron. Veía animales esparcidos por la cubierta, patos, conejos, gallinas, lo habitual de la crianza doméstica (...), el viento dio una cabriola, la vela mayor se movió y ondeó, detrás estaba lo que antes no se veía, un grupo de mujeres que incluso sin contarlas se adivinaba que eran tantas cuantos los marineros, se ocupan de sus cosas de mujeres, todavía no ha llegado el tiempo de ocuparse de otras, está claro que esto sólo puede ser un sueño, en la vida real nunca se ha viajado así. El hombre del timón buscó con los ojos a la mujer de la limpieza y no la vio, Tal vez esté en la litera de estribor, descansando de la limpieza de la cubierta, pensó, pero fue un pensar fingido, porque bien sabe, aunque tampoco sepa cómo la sabe, que ella a última hora no quiso venir, que saltó para embarcadero, diciendo desde allí, Adiós, adiós, ya que sólo tienes ojos para la isla desconocida, me voy, y no era verdad, ahora mismo andan los ojos de él pretendiéndola y no la encuentran. En este momento se cubrió el cielo y comenzó a llover, y, habiendo llovido, comenzaron a brotar innumerables plantas de las filas de sacos de tierra alineados a lo largo de la amurada, no están allí porque se sospeche que no haya tierra bastante en la isla desconocida, sino porque así se ganará tiempo, el día que lleguemos sólo tendremos que transplantar los árboles frutales, sembrar los granos de las pequeñas cosechas que van madurando aquí, adornar los jardines con las flores que abrirán de estos capullos. El hombre del timón pregunta a los marineros que descansan en cubierta si avistan alguna isla desconocida, y ellos responden que no ven ni de unas ni de otras, pero que están pensando desembarcar en la primera tierra habitada que aparezca, siempre que haya un puerto donde fondear, una taberna donde beber y una cama donde folgar, que aquí no se puede, con toda esta gente junta. Y la isla desconocida, preguntó el hombre del timón, La isla desconocida es cosa inexistnte, no pasa de una idea de tu cabeza, los geógrafos del rey fuero a ver en los mapas y declararon que islas por conocer es algo que se acabó hace mucho tiempo, Debíais haberos quedado en la ciudad, en lugar de venir a entorpecerme la navegación, Andábamos buscando un lugar mejor para vivir y decidimos aprovechar tu viaje, No sois marineros, Nunca lo fuimos, Solo, no seré capaz de gobernar el barco, Haber pensado en eso antes de pedírselo al rey, el mar no enseña a navegar. Entonces el hombre del timón vio tierra a lo lejos y quiso pasar adelante, hacer cuenta que ella era el reflejo de una otra tierra, una imagen que hubiese venido del otro lado del mundo por el espacio, pero los hombres que nunca habían sido marineros protestaron, dijeron que era allí mismo donde querían desembarcar, Ésta es una isla del mapa, gritaron, te mataremos si no nos llevas. Entonces, por sí misma, la carabela viró la proa en dirección a tierra, entró en el puerto y se encostó a la muralla del embarcadero, Podeis iros, dijo el hombre del timón, acto seguido salieron en orden, primero las mujeres, después los hombres, pero no se fueron solos, se llevaron con ellos los patos, los conejos y la gallinas (...) El hombre del timón contempló la desbandada en silencio, no hizo nada para retener a quienes lo abandonaban, al menos le habían dejado los árboles, los trigos y las flores, con las trepadoras que se enrollaban a los mástiles y pendían de la amurada como festones. Debido al atropello de la salida se habían roto y derramado los sacos de tierra, de modo que la cubierta era como un campo labrado y sembrado, sólo falta que venga un poco más de lluvia para que sea un buen año agrícola. Desde que el viaje a la isla desconocida comenzó, no se ve al hombre del timón comer, debe ser porque está soñando, apenas soñando, y si en el sueño le apeteciese un trozo de pan o una manzana, sería un puro invento, nada más. Las raíces de los árboles están penetrando en el armazón del barco, no tardará mucho en que estas velas hinchadas dejen de ser necesarias, bastará que el viento sople en las copas y vaya encaminando la carabela a su destino.
Es un bosque que navega y se balancea sobre las olas, un bosque en donde, sin saberse cómo, comenzaron a cantar pájaros, debían de estar escondidos por ahí y de repente decidieron salir a la luz, tal vez porque la cosecha ya esté madura y sea la hora de la siega. Entonces el hombre fijó la rueda del timón y bajó al campo con la hoz en la mano, y, cuando había segado las primeras espigas, vio una sombra al lado de su sombra. Se despertó abrazado a la mujer de la limpieza, y ella a él, confundidos los cuerpos, confundidas las literas, que no se sabe si ésta es la de babor o la de estribor. Después, apenas el sol acabó de nacer, el hombre y la mujer fueron a pintar en la proa del barco, de un lado y de otro, en blancas letras, el nombre que todavía le faltaba a la carabela. Hacia la hora del mediodía, con la marea, La Isla Desconocida se hizo por fin a la mar, a la búsqueda de sí misma.


TODOS SOMOS CHIAPAS




(Artículo escrito en primera persona por José Saramago, resultado de sus impresiones recogidas durante su viaje a Chiapas, con motivo de los disturbios que enfrentaron a la población indígena con el gobierno mexicano, y publicado en La Revista del diario español El Mundo).

He visto el horror. No el que hemos observado en lugares como Bosnia o Argelia. No. Éste es otro tipo de horror. Estuve en Acteal, en el mismo lugar de la matanza... escuchando a los supervivientes. Es difícil expresar lo que se siente cuando uno sabe que se encuentra con los pies sobre el mismo lugar donde hace tres meses asesinaron a estas personas.

Me imaginaba la escena... La gente tratando de escapar... los paramilitares disparando a discreción... las mujeres y los niños gritando, huyendo entre la maleza... el lamento de los heridos...

En Chiapas se vive una situación de guerra o una ocupación militar, que al final es casi lo mismo. No es una guerra en el sentido común, con un frente y dos partes confrontadas. Yo nada más he visto una parte confrontada: el Ejército y los paramilitares. La otra parte, las comunidades indígenas, no están enfrentándolos, no tienen medios. Están rodeados, no tienen comida ni agua... Viven en condiciones infrahumanas. Son casi campos de concentración. No los reunieron allí a la fuerza, es cierto, pero cuando huyeron a esos lugares (se refiere a los campos de refugiados) los rodearon los paramilitares y el Ejército. Entonces esos campamentos se convirtieron en una especie de campo de concentración.

Si alguna vez hubo en la historia de la humanidad una guerra desigual, no la hubo nunca como ésta. Es una guerra de desprecio, de desprecio hacia los indígenas. El Gobierno esperaba que con el tiempo se ¡acabaran! todos, simplemente eso.

Pero ellos sobreviven, alimentándose de su propia dignidad. No tienen nada, pero lo son todo. Enfrentan la guerra con ese estoicismo que me impresionó tanto, un estoicismo casi sobrehumano que no aprendieron en la universidad, que consiguieron tras siglos de humillación. Han sufrido como ninguno y mantienen esa fuerza interior, una fuerza que se expresa con la mirada... La mirada de ese niño al que le han destrozado para siempre la vida... (Saramago conoció al pequeño de cuatro años Gerónimo Vázquez al que los paramilitares amputaron cuatro dedos en Acteal) Es algo que no se me borrará jamás de la memoria... Las miradas serias, severas, recogidas de las mujeres, de los hombres... son algo que está por encima de todo. Los indígenas no tienen nada, pero lo son todo. ¿Cómo es posible que después de tanto sufrimiento ese mundo indio mantenga una esperanza? ¿Cómo puede sonreír ese hombre de Polhó que nos acaba de decir "mañana puede que nos maten a todos, pero bueno, aquí estamos"? Es algo que no alcanzo a entender.

En Chiapas encontré un mundo que no comprendo. El mundo indio es un mundo donde el europeo no puede entrar fácilmente. Es como si me asomara a una ventana que da a otro mundo y, aunque lo tengo enfrente, no lo puedo entender.

También descubrí otra realidad, la de un territorio ocupado militarmente. Un territorio donde los paramilitares y el Ejército son la uña y la carne juntas. Por una razón muy sencilla: de no ser así, los paramilitares no podrían haber hecho lo que hicieron y lo que siguen haciendo. Yo vi camiones del Ejército transportando a civiles que seguro no viajaban allí por la amabilidad de los militares. Minutos después de que abandonáramos Acteal hubo un acto de intimidación e hicieron hasta 30 disparos al aire. Esto sólo puede ocurrir si el Ejército da su bendición. Nada más fácil para el Ejército que identificar a los paramilitares y desarmarlos.

Me parece esquizofrénico que el Congreso pueda estar debatiendo una ley (el Proyecto de Ley sobre Autonomía Indígena propuesto por el ejecutivo) supuestamente para resolver los problemas de las comunidades indígenas, como si fuera una ley normal, en situaciones normales para objetivos consensuados, cuando al mismo tiempo hay miles de desplazados que no pueden volver a sus tierras, con miedo a ser asesinados, mientras hay una ocupación militar clara en el territorio de Chiapas. Y mientras los paramilitares se pasean tranquilamente y hacen lo que quieren.

¿Cómo es que no se empieza por pacificar la situación para después discutir una ley donde participen todos los sectores y todas las comunidades?

Todo se ha hecho sometiendo a los indios de Chiapas a una presión incalificable y esto no puede llamarse humanidad.

El pueblo de México tiene que reclamar a su Gobierno una paz justa y digna. Yo no puedo, sólo soy un escritor extranjero acusado de injerencia. El pueblo mexicano no puede quedarse parado, dejando que los gobernantes lo decidan todo, hay que bajar a la calle... no estoy pidiendo un levantamiento sino simplemente que las conciencias se manifiesten... estoy pidiendo una insurrección moral, desarmada, étnica...

Acteal es un lugar de la memoria que no puede de ninguna manera desaparecer. Sabemos lo que ocurrió y no lo queremos olvidar. Chiapas es el cuerpo de México. La sociedad civil debería admirar no sólo a los indios sino a los que se levantaron para defender a esos mismos indígenas.

De Chiapas me llevo no sólo el recuerdo, me llevo la palabra misma... Chiapas... La palabra Chiapas no faltará ni un solo día de mi vida. Si tenemos conciencia pero no la usamos para acercarnos al sufrimiento ¿de qué nos sirve la conciencia? Volveré a Chiapas, volveré".

Transcripción de Javier Espinosa

(Declaraciones concedidas a LA REVISTA por José Saramago (Portugal, 1922) en México DF tras su viaje a Chiapas el 14 y 15 de marzo. En su visita conversó con los supervivientes de la matanza de Acteal en el lugar de la masacre, recorrió después el campo de refugiados de Polhó y hasta se acercó al campamento militar de Majomut, sito en las inmediaciones del asentamiento indígena).

Brindis de entrega del Premio Nobel



Se cumplen exactamente 50 años de la firma de la Declaración de los Derechos Humanos. No han faltado conmemoraciones de esta efeméride. Sabiéndose, sin embargo, cómo la atención se cansa cuando las circunstancias le piden que se ocupe de asuntos serios, no es arriesgado prever que el interés público por este asunto comience a disminuir a partir de mañana mismo. Nada tengo contra estos actos conmemorativos, yo mismo he contribuido a ellos, modestamente, con algunas palabras. Y puesto que la fecha lo pide y la ocasión no lo desaconseja, permítaseme que diga aquí unas cuantas más. Este medio siglo no parece que los gobiernos hayan hecho por los derechos humanos todo aquello a lo que moralmente estaban obligados. Las injusticias se multiplican, las desigualdades se agravan, la ignorancia crece, la miseria se expande. La misma esquizofrénica Humanidad, capaz de enviar instrumentos a un planeta para estudiar la composición de sus rocas, asiste indiferente a la muerte de millones de personas a causa del hambre. Se llega más fácilmente a Marte que a nuestro propio semejante.
Alguien no está cumpliendo con su deber. No lo están cumpliendo los gobiernos, porque no saben, porque no pueden, o porque no quieren. O porque no se lo permiten aquéllos que efectivamente gobiernan el mundo, las multinacionales y plurinacionales cuyo poder, absolutamente no democrático, ha reducido a casi nada lo que todavía quedaba del ideal de la democracia. Pero tampoco estamos cumpliendo con nuestro deber los ciudadanos que somos. Pensemos que ninguno de los derechos humanos podría subsistir sin la simetría de los deberes que les corresponden, y no es de esperar que los gobiernos realicen en los próximos 50 años lo que no hicieron en éstos que conmemoramos. Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra. Con la misma vehemencia con que reivindicamos los derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. Tal vez así el mundo pueda ser un poco mejor.
No olvido los agradecimientos. En Francfort, el día 8 de octubre, las primeras palabras que pronuncié fueron para agradecer a la Academia Sueca la concesión del Premio Nobel de Literatura. Di las gracias también a mis editores, a mis traductores y a mis lectores. A todos les vuelvo a dar las gracias. Y ahora también a los escritores portugueses y de lengua portuguesa, a los del pasado y a los de hoy; por ellos nuestras literaturas existen, yo soy sólo uno más que se les vino a unir. Dije aquel día que no nací para esto, pero esto me fue dado. Gracias, por tanto

A las palabras hay que arrancarles la piel



Publicado en Linea Natural, transcribiendo unos párrafos de Cuadernos de Lanzarote

Recomendar al lector el método en su día a día: tome las palabras, péselas, mézalas, vea la manera como se unen, lo que expresan, descifre el airecillo bellaco con que dicen una cosa por otra y venga a decirme si no se siente mejor después de haberlas desollado. A las palabras hay que arrancarles la piel. No hay otra manera para entender de qué están hechas.

Frases de Saramago

LITERATURA

- "Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar" (2009)

- "Sigo escribiendo, intentándolas comprender (las cosas), porque no tengo nada mejor que hacer y sabiendo que llegaré al final sabiendo lo mismo que sabía antes, es decir poco o casi nada" (2007)

- "El triunfo nunca ha sido un objetivo para mi" (2007)

- "En un tiempo como el de ahora, en el que tan fácilmente se desprecia a los mayores, creo que soy un ejemplo muy bueno. Entre los 60 y los 84 he hecho una obra. Por tanto ¡ojo con los viejos!" (2007)

- "Antes de empezar a escribir, tengo que escuchar lo que suena en mi cabeza, porque si acabo una frase con todo sentido, pero a esa frase le faltan armonía y melodía, es que aún sigue incompleta" (2007)

- "No es que sea pesimista, es que el mundo es pésimo" (2005)

- "El escritor es sólo un pobre diablo que trabaja" (2004)

- "Yo no escribo por amor, sino por desasosiego; escribo porque no me gusta el mundo donde estoy viviendo" (2003)

- "Si la literatura pudiera cambiar el mundo, ya lo habría hecho" (1999)

PREMIO NOBEL DE LITERATURA 1998 (DISCURSO DE ACEPTACIÓN)

- "El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir"

- "Conocí gente del pueblo engañada por una Iglesia tan cómplice como beneficiaria del poder del Estado y de los terratenientes latifundistas, gente permanentemente vigilada por la policía, gente que durante innumerables veces fue víctima inocente de las arbitrariedades de una justicia falsa"

- "No he tenido que renunciar al comunismo para llegar al Nobel"

POLÍTICA

- "Antes nos gustaba decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda" (2007).

- "Disentir es uno de los derechos que le faltan a la Declaración de los Derechos Humanos" (2009)

- George Bush, Tony Blair y José María Aznar son ejemplos de "mentiras universales" (2005).

- La democracia se ha convertido "en un instrumento de dominio del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder" (2004)

- Sobre los secuestrados en Colombia: "Tres mil personas exigen en Colombia que sus vidas no sean utilizadas como peones en un ajedrez de intereses que no son los suyos" (2004).

- "Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia" (2005)

- Con la elección del alemán Joseph Ratzinger como Papa "la Inquisición ha subido al poder" (2005)

- "Ser comunista, socialista, o tener cualquier otra ideología es una cuestión hormonal" (1999)

- Sobre el Sahara: "La ONU debe imponer a Marruecos la obligación de cumplir con sus resoluciones porque no se puede, no vamos a repetir aquí, en este caso, lo que pasó y continúa pasando con el problema de la causa palestina" (2009)

MODERNIDAD

- "El centro comercial es la nueva catedral de la sociedad actual" (2001)

- El bombardeo informático y de la televisión "nos ha rodeado de un ruido de fondo que nos impide pensar, dialogar y que las personas se encuentren frente a frente" (1997)

- "Estamos llegando al fin de una civilización , sin tiempo para reflexionar, en la que se ha impuesto una especie de impudor que nos ha llegado a convencer de que la privacidad no existe" (2001).

MUERTE

- La muerte es un proceso "natural, casi inconsciente". "Entraré en la nada y me disolveré en ella" (2005)

- "Nuestra única defensa contra la muerte es el amor" (2005)

- "Espero morir como he vivido, respetándome a mí mismo como condición para respetar a los demás y sin perder la idea de que el mundo debe ser otro y no esta cosa infame" (1998)

- "El menor de los males de nuestra civilización es la indiferencia y el mayor la violencia y ahora nos movemos inevitablemente entre ambos polos negativos" (1996).

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Bien pues espero sea de agrado de alguno este post, lamento no dejar una lista de los libros pero cuento con muy poco tiempo, ya ire mejorando con mis post




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